Sociedad de Amigos del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza
PALEONTOLOGÍA ARAGONESA
Aragón: tierra de fósiles
Aragón cuenta con uno de los patrimonios paleontológicos más ricos de Europa, con fósiles de todos los periodos geológicos desde el Cámbrico, hace más de 540 millones de años. Su situación privilegiada, con los pirineos al norte, cruzada por la Cordillera Ibérica, y surcada por extensas depresiones de rocas terciarias, hace de Aragón una comunidad privilegiada para la geología y la paleontología. Los fósiles más antiguos corresponden a pequeñas conchas de apenas unos milímetros encontradas en las estribaciones de la Sierra de Algairén y que datan de la transición Ediacárico-Cámbrico.
Durante el Cámbrico, Aragón estuvo cubierta por mares templados donde la vida se habría camino, gracias a la Explosión Cámbrica. Numerosos yacimientos como el de Murero, Ateca o Purujosa, registran en sus rocas a los antepasados de muchos organismos actuales, como artrópodos, equinodermos y braquiópodos. Durante el Ordovícico la vida siguió diversificándose en lo que se conoce globalmente como el Evento Global de Diversificación; si durante el Cámbrico aparecieron los principales representantes de los grupos de animales actuales, durante el Ordovícico se diversificaron hasta alcanzar en los mares su mayor apogeo y variedad de formas. Todas estas formas de vida han dejado su registro en nuestra tierra donde abundan los trilobites, briozoos, braquiópodos y equinodermos; sobre todo en los riquísimos yacimientos de Luesma y Fombuena.
A finales del Ordovícico, cuando más diversificadas se encontraban las faunas, un evento de enfriamiento global acompañado por una glaciación desembocaron en una delas crisis bióticas más importantes de la historia de la vida y que extinguió casi el 85% de todas las especies. Aun así, durante el Silúrico las faunas se fueron recuperando y ya a finales de este periodo los mares de Aragón gozaron de buena salud, prueba de ello son los excelentes yacimientos de la zona de Luesma con abundantes fósiles de crinoideos y braquiópodos. Durante el Devónico se produce otro evento importante, la revolución del necton, en el que la columna de agua fue ocupada por depredadores y presas de diferentes grupos de animales. A los cefalópodos, les siguieron los peces, y es en Aragón donde aparece el mejor registro de estos vertebrados. Las rocas de la depresión del Río Cámaras conservan algunos de los cráneos de peces más importantes y mejor conservados del mundo. En la tierra empiezan a aparecer plantas abundantes, y las rocas de Mezquita de Loscos han conservado algunos fósiles de plantas de manera excepcional. El Carbonífero y Pérmico están pobremente representados en Aragón, aunque de este último periodo existe un registro razonablemente bueno de plantas conservadas en rocas vulcano-sedimentarias.
Con la llegada del Mesozoico, Aragón se pobló de vertebrados primitivos que habitaron las tierras y mares de nuestro territorio. Existen buenos yacimientos de vertebrados en Manzanera, de icnitas en el Moncayo y de insectos en Corbalán. Durante el Jurásico, los mares de Aragón se poblaron de ammonites, belemnites y otros invertebrados; además de algunos vertebrados como el famoso cocodrilo de Ricla. A finales del Jurásico y principios del Cretácico, Aragón fue tierra de dinosaurios. Se conocen diversas especies de estos gigantes descritas en Aragón, como Aragosaurus, Tastavinsaurus, Turiasaurus o Proa. Junto a los restos de dinosaurios se han conservado restos de los bosques donde vivían, en forma de troncos, plantas y polen. Además, se conocen muy buenos yacimientos de mamíferos en la zona de Galve. En las cercanías de Utrillas, toda una comunidad de pequeños insectos que convivieron con los dinosaurios ha sido conocida gracias al estudio de las inclusiones en ámbar. Aragón conserva incluso restos de los últimos dinosaurios europeos en rocas del pirineo, como las de Arén. Éstas nos cuentan la historia de cómo se encontraban las faunas de vertebrados previamente al impacto del gran asteroide que conllevó la gran extinción del límite Cretácio-Terciario.
Las rocas del Terciario han conservado restos de faunas marinas y continentales por todo el territorio. Los fósiles marinos del Eoceno, como cangrejos, moluscos y equinodermos son abundantes en el Pirineo. Las extensas cubetas terciarias, como la gran depresión de Calatayud-Teruel conservan yacimientos de mamíferos fósiles mundialmente conocidos como el de Concud. Cerca de Rubielos de Mora y en Libros, las “pizarras” bituminosas y laminadas han preservado en su interior restos de insectos y anfibios, que merodeaban por antiguos lagos. Durante el Cuaternario, las rocas calizas de nuestra comunidad propiciaron la formación de abrigos y cuevas que fueron el hogar o la trampa de mamíferos carnívoros y herbívoros, incluidos nuestros antepasados. En las estribaciones del Moncayo se localizan importantes yacimientos con restos de leopardos, hienas y cabras. Las cuevas del Pirineo han conservado abundantes fósiles de osos de las cavernas como los conservados en la cueva deCoro Tracito (Tella).
Por dar algunos datos numéricos, sólo en Aragón se han descrito hasta el año 2016, 985 especies de fósiles. El número total de especies conocidas es desconocido pero seguro que alcanza varios cientos de miles. Todo este rico y variado patrimonio paleontológico es un legado que la geología y la naturaleza han ofrecido a los aragoneses. Entre todos deberíamos fomentar su conservación, investigación y difusión para que las generaciones futuras puedan disfrutarlo. ¿Quién sabe las sorpresas que todavía ocultan las rocas aragonesas?
Samuel Zamora
Científico titular, Instituto Geológico y Minero de España, Zaragoza